martes, 15 de marzo de 2011

En ocasiones pasa, no siempre, pero pasa!

Que vas caminando por un camino nuevo, dejaste todo atrás, lo bueno y lo malo y estas decidido, vas con rumbo firme, decidido, confiado, sin miedos... sin miedos. Convencido de que llegarás, sin saber exactamente cuando, o como, (o a donde) pero con esa certeza que puede, de lejos, parecer incluso absurda. Y sigues caminando, a tu paso y disfrutándolo todo, el aroma de las flores, la sombra de los árboles, el canto de las aves, de lejos puedes escuchar el murmullo de las aguas, incluso si cierras los ojos y respiras bien hondo puedes sentir la brisa en tu rostro... pero de repente...
resulta que esto no es un paseo, es una competencia!
no lo sabías? no lo sabías. Por Dios, no lo sabías! tal vez sí, pero en el fondo, o en la superficie, pero en realidad en donde fuera ni era importante... pero ahora te das cuenta que tus pasos eran flojos, que caminabas chueco, que te faltaba condición, que no usabas los zapatos adecuados, que esto se hace corriendo dijo... pero tu tienes los pies chuecos y te chocan las rodillas al caminar. Y entonces...
Cobran sentido algunas cosas que escuchaste por allí. Y empiezan a salir las voces, de todos los tiempos, de todos los colores, y de todos sus rincones. Y son tantas y hablan tan fuerte! Y no se cansan... y tu te cansas...
Y te detienes! claro! claro que te detienes! a mirar tus rodillas, tus zapatos, y lo poco que habías avanzado. A lo lejos, una vocesita... y si seguimos..? seguimos! esa voz me gusta! seguimos. Pero de inmediato surgen todas las demás... y te detienes de nuevo, te quedas calmo, ecuánime hasta que no escuchas nada más que a los grillos, y a las aves... y como que das un paso más, y te detienes de nuevo, porque escuchas otra voz, hasta que regresan los grillos, y sigues caminando, pero ya como que esperando a las voces... y vuelven, claro que vuelven, si ya hasta te han robado el sueño, están allí al despertar, te acompañan en el desayuno, a veces, durante la comida te dejan solo, pero al final siempre regresan... y todo es confuso ahora, miras adelante, miras atrás, y la verdad es que ya no sabes si vas o vienes...
Así que mejor te sientas. A la mitad del camino te sientas, porque no, a tomar el té y a comer galletitas! y de pronto te acuestas a ver las nubes y sentir el viento en tu piel, y te quitas los zapatos para sentir el pasto haciéndote cosquillas en los pies. Y cierras los ojos y recuerdas el aroma de aquel primer beso y el sabor exacto de aquel ultimo trago de vino que los llevó a perder la cordura, y recuerdas la consistencia exacta de la mantequilla deslizándose entre el cuchillo y ese pan recién horneado en aquella fría mañana de otoño alemán, y recuerdas también ese nudo en el estómago cada sábado al escuchar el timbre y saber que era él, y recuerdas aquella tarde tomando café en el balcón y como era perfecto aunque el calor era insoportable, y recuerdas aquel día que salieron a bailar, aunque te choca bailar, y recuerdas sobre todo su mirada, esa mirada... y recuerdas tantas y tantas cosas, momentos preciosos, pequeños destellos de felicidad infinita, y abres los ojos y las estrellas te miran, te sonríen...

Y que sigue? Puedes acaso quedarte tendido en la hierba, disfrutando el olor de las flores y la brisa? recordando aquellos instantes de gloria y amor?
Después de un tiempo la humedad y la brisa se van a meter poco a poco en tu ser, dejando marcas de humedad, el viento y la tierra harán llagas profundas en toda tu piel, el sol cegará tus ojos y el frío en las noches lastimará tus pies, los grillos taladrarán tus oídos y no te dejarán dormir... y cerraras los ojos y añoraras aquellos días cuando iba en el camino y disfrutabas el aroma de las flores, la sombra de los árboles, el canto de las aves, poder escuchar el murmullo de las aguas y sentir la brisa en tu rostro...